lunes, 19 de marzo de 2012

Esto es grande, esto es...

A algunos les parecerá que la rotundidad de lo que voy a afirmar es "una pasada".
No lo creo así. Y no lo creo porque el lenguaje es la capacidad que tenemos de nombrar y expresar lo que somos en relación al mundo que nos rodea.

Muchos son los errores gramaticales que se han ido asentando hasta el punto que uno piensa si es que nuestra visión del mundo se ha paralizado en una secuencia demencial de visiones infantiloides (que no infantiles).


Esto es grande, esto es...
Me horroriza, ya se habrán dado cuenta de cómo y cuánto, la expresión "más mayor". Si sabemos, porque todos los sabemos desde muy temprana edad, que un superlativo es una calificación exacta de una característica especial o esencial de una persona o cosa en relación a otra que esencialmente posee las mismas características, no veo por qué hemos de olvidarnos de tan buen y sencillo aprendizaje. Me explico.

El mayor de mi familia es aquella persona que ha nacido primero. El mayor de los cuadros colgados en mi casa es el más grande de los cuadros. El mayor de una clase de veinticinco niños de secundaria es el que cumple los años en primer lugar. El viejo más viejo del planeta es la persona de mayor edad del planeta. Nunca jamás será el "más mayor". ¿Por qué? Simplemente porque no existe el más mayor. No hay nada superior a mayor. Y como no hay nada superior a mayor es imposible que existe el más mayor, que sería una entidad, cosa o persona, mayor que el mayor. Ser mayor que el mayor conduce a un error de expresión: el mayor que es menor no es mayor ni puede serlo (al menos hasta que desaparezca el que realmente es el mayor).

¿Y ahora qué?


¿Ven por dónde van lo tiros? Si lo más grande es superable, qué es lo más grande.

Rogaría a los redactores, periodistas, políticos, conferenciantes y, sobre todo a los maestros que dejaran de usar el "más mayor". No es una cuestión menor saber de límites, porque sólo quien conoce los límites puede saltarlos, pero el que los desconoce los obvia por desconocimiento. Y así nos van las cosas.

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